viernes, 25 de febrero de 2011

Led Zeppelin - Stairway to Heaven



Los británicos Led Zeppelin lanzaron en 1971 su cuarto álbum (Led Zeppelin IV) que incluía la que se convertiría en su mejor canción: Stairway to Heaven. Se trata de un tema lento, largo (másde ocho minutos en la versión del disco) y se puede decir que sin estribillo. Al mismo tiempo, por esta canción, el grupo fue acusado de dos cosas bien distintas: plagio y satanismo. El inicio del tema, es cierto, recuerda a "Taurus" de los Spirit, editada en 1968 y que podéis escuchar pinchando en "Taurus" para que vosotros mismos juzgueis. Lo de los mensajes satánicos, personalmente me parece una tontería, supuestamente hay una parte de la canción que escuchada del revés es un mensaje satánico... no comment.

Lo que es bien cierto es que siempre se incluye en las listas de las mejores canciones de la historia, por lo que nunca está de más escucharla con atención, mucho más si aún no la conoces. Recordad que es bastante larga, así que relajaos y disfrutad de esta maravilla musical.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Cuarto y mitad de disquetes

Remóntemonos a aquellos maravillosos años 70 y 80 del siglo pasado (sí, ya se pasó hace tiempo) Cuando la ¿civilización? transportaba sus más preciados datos no en diminutas memorias usb, ni en brillantes discos compactos como Blu-Ray, DVD o CD ¡NO! Las gentes de la época andaban orgullosas y con la cabeza bien alta llevando bajo el brazo sus costosísimos e innovadores discos flexibles (floppy disk en inglés, por si a alguno le suena lo de floppy) Debo reseñar que yo aún no había nacido cuando estas virguerías de la tecnología aparecieron, estoy hablando, como no, de los "pequeños" disquetes de 8 pulgadas. Para el que no lo tenga muy claro, la medida indicaba la longitud de una cara del disco, ya que eran cuadrados, por lo que 8 pulgadas equivalen a algo más de 20 centímetros de nada. Pero lo mejor no era su reducido tamaño, sino su gran capacidad, allá por el año 1973 apareció el modelo de 256 kB, es decir, 4096 veces menos que un insignificante gigabyte actual.

Ya se sabe que el mundo de la informática no descansa y para el año 1976, el mundo se asombró ante una nueva maravilla: el disquete de 5 pulgadas... y cuarto (13 centímetros y pico) Era increíblemente pequeño, ciencia ficción, y además alcanzaba los 360 kB (2912 veces menos que un giga) La estética era exactamente la misma que la del disquete anterior, pero 7 cm menos de ancho, son 7 cm menos, ¡qué caray!

Corría el año 1984, yo veía Barrio Sésamo mientras me merendaba un bocadillo de Nocilla, cuando las mentes pensantes del mundo volvieron a ponerlo todo patas arriba presentando la versión de alta densidad de su disquete, alcanzando así los 1200 kB, toda una proeza (874 veces menos que el giga este famoso) Ese mismo año aparecieron los nuevos disquetes flexibles de 3 y 3,5 pulgadas, aunque su carcasa externa era rígida, los primeros eran utilizados por Amstrad y a pesar de su diminuto tamaño (7,6 cm) albergaban en su interior hasta 720 kB (1456 veces menos que nuestro giga) Los modelos de 3,5 pulgadas fueron los más vendidos y se convirtieron en dueños y señores de la informática durante años, sobreviviendo incluso al CD-ROM para el traspaso de pequeños documentos. Estos discos de menos de 9 cm comenzaron su andadura con la denominación DD (Doble Densidad) y 720 kB de capacidad para alcanzar en el año 1987 los 1440 kB (728 veces menos que un gigabyte) bajo el nombre de HD (Alta Densidad) Los más mañosos, como era mi caso, nos dedicábamos a hacerle un agujerito a los discos DD para convertirlos en HD y así conseguir el doble de capacidad, aunque jugar a médicos con los disquetes a veces tenía consecuencias funestas para algunos de los pacientes.

Y así nos lo pasábamos bomba con nuestros juegos e incluso todo el sistema operativo metido en un solo disco. Por cierto, imaginad la de memoria que podríamos tener en este pedazo disquete que he encontrado por ahí navegando (el disco es real, de hace ya añitos, pero real)

lunes, 14 de febrero de 2011

BMW Gina

En este video podéis ver lo último de la factoría BMW, el modelo Gina. Se trata de un prototipo que difícilmente veremos circular por nuestras carreteras, pero que despierta curiosidad y asombro en todas las personas que lo ven. Sólo deciros que la carrocería no es de chapa, ni de aluminio, ni de carbono... es de tela. ¿Chapa y pintura? No. Corte y confección.

sábado, 12 de febrero de 2011

November rain

Las gotas escurrían por aquel frío cristal como húmedas caricias, tiñendo de fina luz la oscura noche. Él entró sigiloso a la habitación y me observó suspirarle a la fría lluvia de noviembre. Observó la curvatura de mi cuerpo, sugerente y sensual, y mi reflejo leve en la ventana que se empañaba con cada respiración. Se aproximó despacio y silencioso. Me estremecí cuando su fría mano acarició mi nuca, deslizando sus dedos por mi pelo mientras desnudaba mi cuello. Pude sentir que algo dentro de mí estallaba cuando sus cálidos labios se posaron sobre mi nuca y muy lentamente se iban desplazando por mi cuello como húmedas caricias. Mientras su mano izquierda se enredaba en mi pelo, sentí como la otra se deslizaba por mi espalda lentamente hasta alcanzar el muslo y volvía a ascender lentamente pasando a escasos centímetros de mi ardiente sexo. Recorrió mi cuerpo hasta alcanzar mis manos y, entrelazándolas, las plantó en el cristal. Volvió a recorrer mis brazos y deslizó sus manos hasta mis pechos. Sin dejar de acariciarlos, hizo saltar los dos primeros botones de mi blusa y se deslizó por debajo haciendo zozobrar mi cuerpo. Sus dedos acariciaron mis pezones erectos con suavidad y, mientras sus labios aún deambulaban por mi sumiso cuello, apretó su pelvis contra mí y lentamente trazamos círculos lascivos y sensuales. Podía sentir cerca de mí como su erección aumentaba a cada instante y aquel movimiento suave, mecánico, húmedo, fue incrementando la velocidad y la brusquedad al ritmo que marcaba nuestra respiración. Y de repente cesó. Cesaron sus besos mojados, sus lascivas caricias, su presión sobre mi trasero, su respiración cálida sobre mi nuca.

Abrí los ojos con la sensación de que había sido un sueño erótico pero aquella ventana delató su reflejo junto a mí. Tan sólo nos detuvimos un segundo. Un instante. El tiempo necesario para que él me hiciera girar como si de un paso de baile se tratara y clavara su mirada esmeralda en mí y, esbozando una sonrisa susurró un “te quiero”.

El tiempo volvió a detenerse un segundo más antes de que sus labios y los míos colisionaran violentamente. Mis manos, ansiosas, recorrieron su torso intentando memorizar cada centímetro de su piel, trepando por su cuello hasta enredarse en su pelo mientras sus manos bajaban por mi espalda y nuestras lenguas luchaban a muerte entre ellas. Alcé despacio la pierna acariciando la suya hasta la altura de su cadera forzándole a sentir mi deseo incandescente y su réplica fue inmejorable, tras juntar las manos en mi trasero, me elevó dejándome a su merced. Recorrimos la habitación sin soltarnos ni un instante, enroscando nuestros cuerpos como se enroscan las serpientes. Me aferré a los bordes de su camisa y tiré de ella con fuerza, acariciando su pecho con mis uñas, dejando su pecho al descubierto y descendí de sus jugosos labios y su tierno cuello colmándolo de largos besos y suaves mordiscos. Deseaba absorberle. Deseaba apretarlo contra mi lujurioso cuerpo hasta fundirnos. Frotarnos hasta sacarnos brillo. Con un movimiento suave y hábil, me recostó en la cama mirándome fijamente a los ojos. Sus labios volvieron a posarse sobre los míos y lentamente se deslizaron por mi cuello hasta alcanzar mis pechos. Con agilidad, hizo saltar el corchete de mi sujetador liberándoles de su cárcel de encaje y los apretó con firmeza. Su lengua cayó sobre uno de mis pezones, recorriéndolo en círculos húmedos mientras sus labios lo presionaban y sus dientes lo rozaban con sugerente sensualidad. Ya no era dueña de mí. Ni controlaba mi respiración ni controlaba mi deseo. Sus labios pecaminosos siguieron su descenso hasta mi ombligo, y mientras jugueteaba con él, sus manos ponían todo su empeño en desabrochar mis vaqueros. Los hizo resbalar por mis temblorosas piernas, incorporándose, monumental y poderoso, ante mi sumiso cuerpo. Como si de una reverencia se tratase, volvió a inclinarse ante mí y me beso, largo y profundo, en los húmedos labios enfundados en fina tela. Su lengua cruel zigzagueó de abajo a arriba y de arriba abajo haciendo que todo mi cuerpo se estremeciese en el mejor de los placeres. Con delicadeza, enganchó mi tanga con sus finos dientes y tiró de él despacio, receloso, y esta vez, lo hizo desaparecer de rodillas ante mi suplicante sexo que lloriqueaba deseoso de sentirle dentro de él. Y su lengua volvió a mostrar su crueldad como si de un apéndice de su mano se tratase. Trazó círculos perfectos en mi hinchado clítoris. Lo acarició de arriba abajo y de derecha a izquierda. Y de vuelta a los círculos. Enredé mis dedos en su pelo y gemí con cada caricia.
Reptó por mi cuerpo hasta volver a enfrentar nuestras iluminadas miradas; hasta volver a enfrentar nuestras inquietas lenguas mientras, como el vaivén del mar, acariciaba con su erección enfundada mi húmedo clítoris. Deslicé mis inquietas manos por su costado y me aferré a la complaciente goma de sus bóxers y tiré de ella con cuidado, terminando de quitárselos con los pies. Ahora era una batalla justa, cuerpo a cuerpo, piel contra piel. Como si nada hubiese cambiado, su movimiento repetitivo y húmedo seguía estremeciéndome, torturando mi deseo que se incrementaba a cada roce. Y el recorrido cada vez era más y más largo. Pude sentir como estallaba el placer cuando sentí que se empezaba a abrir paso dentro de mí, despacio, cuidadoso, firme… Me besó al ritmo que hacía bailar su cuerpo sobre el mío, lentamente, con un gesto pélvico casi perfecto que a cada embestida incrementaba la velocidad. Sentía sobre mis pechos el roce de su piel sudorosa y el latir ansioso de su corazón. Desprendí mis labios de los suyos para poder coger una bocanada de aire ya que mi respiración era tan acelerada que no podía contener los gemidos. Sus labios cayeron sobre mi cuello y, al arquear su espalda, pude sentir que su pene llegaba a rincones remotos de mi ser. Su movimiento hipnótico era casi perfecto pero mi alma necesitaba más. Luché por quitármelo de encima y, allí tumbado, desconcertado, le miré y sonreí. Me deslicé hasta los pies de la cama y, a cuatro patas sobre él, me deslicé de nuevo hasta toparme con su enrojecida erección. Pasé mi lengua de abajo a arriba, tracé círculos con mi caliente lengua sobre la punta de su falo y volví a deslizar la lengua hacia abajo, esta vez envolviéndolo con mis labios, y como si se tratase de un helado, lo lamí, lo succioné, lo acaricié suavemente con los dientes, con las manos.
Clavé la mirada en sus verdes ojos que radiaban placer y deslicé una vez más mi lengua hacia la punta pero esta vez seguí gateando sobre él, mordiéndome sensualmente el labio inferior hasta que nuestros sexos se volvieron a ver confrontados. Yo podía sentir su humedad y él podía sentir mi calor aún a pesar de que nuestros genitales estaban separados por un par de centímetros. Recorrí su cuello de abajo a arriba, simulando de nuevo las caricias húmedas en su pene, mordisqueé y succioné su nuez y le besé con rabia, con firmeza. Anhelaba fundirme en él. Bajé un poco la cadera para que sintiera más cerca mi ardiente deseo pero sin dejarle adentrarse en él. Sus manos se aferraron a mi trasero. Sus caricias eran suaves y firmes, casi rozaban las cosquillas. Descendí hacia su pene a la vez que alzaba el cuerpo, mirándole a los ojos, volviendo a introducir su pene dentro de mí, despacio, recreándome en el momento, hasta quedar totalmente vertical sobre él, con todo su poderoso pene dentro de mí. Sus manos vagaron tímidas hasta mi cadera y, al ritmo de mi pausado movimiento que fue acelerándose a medida que sus manos alcanzaban mis pechos. Los acarició con delicadeza pero aferrándose a ellos como el que se aferra a un deseo, mientras mi cadera anulaba mi propia voluntad. Apoyé las palmas de mis manos sobre su pecho mientras cabalgaba sobre su pene que se deslizaba por mi vagina haciendo zozobrar todo lo que acariciaba. Extasiada, dejé atrás los movimientos largos y pausados y di pie a los movimientos cortos, rápidos e intensos. La música que nos ambientaba inundó la habitación de sonoros y placenteros gemidos y sentí como algo estallaba dentro de mi vagina. El placer más intenso estalló en mi vagina, hizo zozobrar mi clítoris y recorrió mi espalda, erizándome los pezones, desvaneciéndose en mi nuca e iluminando mi mirada. Ambos nos miramos, aún tembloroso ante aquel orgasmo brutal que nos había llevado al final del infinito, y como una niña que acabara de perder la virginidad, le sonreí y lentamente me incliné sobre él hasta encontrarme de nuevo sus labios.


Nuestros cuerpos sudorosos y complacidos, estaban de nuevo pegados, aún con su pene en mi vagina, con sus dedos enredados en mi pelo y acariciando mi espalda, en silencio, escuchando ahora como empapa la ciudad la fría lluvia de noviembre.







*Publicado por primera vez en la resvista online Entratodo (http://www.entratodo.com/) en noviembre del 2009.

viernes, 11 de febrero de 2011

U2 - Sunday Bloody Sunday



El 30 de enero de 1972 se produjo una manifestación en Derry (Irlanda del Norte) a favor de los derechos civiles y en contra del encarcelamiento sin juicio a los sospechosos de pertenecer al IRA, aprobado en agosto de 1971 por el gobierno de Irlanda del Norte y por el que se encontraban detenidas centenares de personas, muchas de ellas inocentes. Dicha manifestación se internó en los barrios no católicos de la ciudad (algo prohibido por las autoridades), lo que unido a varios actos vandálicos producidos por algunos manifestantes provocó la respuesta del ejército. Esta respuesta fue excesivamente contundente, dejando en el camino 14 civiles muertos. Desde entonces, aquel día es conocido como el Bloody Sunday (Domingo Sangriento) y para que no se olvide y no se vuelva a repetir, la banda irlandesa U2 creó en 1983 esta canción protesta por los hechos acontecidos aquel día.

Os dejo un video de la canción en el que aparece también la letra, para que no la cantéis de oidas.

jueves, 10 de febrero de 2011

La primera perrusca

La primera perrusca. La super perrusca. La madre de todas las perruscas. La perrusca suprema. Todos, a lo largo de nuestra vida, vivimos numerosas perruscas, pero no os confundáis. La primera perrusca no es la perrusca que coges cuando estás tan a gustito zambullida en el líquido amniótico, al margen del mundo exterior y de Intereconomía, y de repente, un señor que no has visto en tu vida vestido con una bata blanca, te tiran de la cabeza obligándote a salir en contra de tu voluntad y, como colofón, te pega una azotaina provocando susodicha perrusca. Vale, esa es la primera perrusca de nuestra vida, pero ¡NO! ¡no, no, no, no! Esa no es la primera perrusca de la que yo estoy hablando. La perrusca de la que yo hablo no es tan literal, es más bien una perrusca espiritual. Cuando estás en la cama, tapadita hasta las orejas, feliz, ajena al mundo exterior y suena el despertador a las 6:00h… ¡ESO SÍ ES LA PRIMERA PERRUSCA! Perrusca que te puede durar todo el día. Pero no confundir la perrusca con lo que te provoca aterrizar en Intereconomía después de 20 vueltas a todos los canales. Eso es risa. La perrusca y la risa se diferencian en que, aunque las dos son igual de satisfactorias, la risa normalmente deja un leve dolor abdominal.

La primera perrusca puede darse también cuando estás en el bus, muerta de sueño, y te da por meterte en el Facebook* y acabas leyendo una noticia que te deja pasmada: se crea en Barcelona una agencia de viajes para peluches. Mmmm… Dejadme analizarlo. Ahora, en tiempos de una crisis brutal, se crea una agencia de viajes para unos seres inertes que no necesitan viajar. Veamos, no os dejéis engañar. Si un catalán (sin ánimo de ofender a ninguno) te dice que te cojas la Coca Cola sin hielo porque está igual de fría y además cabe más… ¡meeec! ¡Error! Si la pides sin hielo, estará igual de fría pero la cantidad es la misma ya que está estipulada. Y si un catalán te dice que tus peluches se merecen un viajecito low cost por el mundo por tan solo 50€… ¡meeec! ¡Error! El muñeco irá de viaje, sí, pero, si lo pensáis bien, ¡pedazo viaje por to’l morro que se va a pegar a tu costa! Eso sí, vas a poder estar comunicado con tu juguetito las 24 horas del día a través de sms o Facebook. Y la perrusca, sin duda, no viene porque hayan creado esta empresa tan… peculiar… ¡No! La perrusca viene por no habérsete ocurrido a ti y vivir igual que los de Callejeros Viajeros.

La primera perrusca, por daros otro ejemplo, puede darse también cuando llevas más de una hora escribiendo tu primera entrada en un blog y cuando vas a copiar el texto por si acaso se te borra, va, y se te borra… ¬¬…

En fin, espero que os haya quedado claro qué es una perrusca, y si no, meditad sobre ello. Y si no tienes, ten…

*Facebook: popular red social creada por Mark Zuckerberg también conocida como "feisbu", "cara libro" o "fisbur" si eres mi madre...

jueves, 3 de febrero de 2011

1000 pesetas

Aunque a muchos les suene a ciencia ficción, no hace tanto que muchos de nosotros llevábamos a este señor metido en nuestra cartera. La verdad es que no sabíamos quién era (aunque lo pone al ladito de su oreja: Benito Pérez Galdós) pero estábamos la mar de felices porque éramos poseedores de nada más y nada menos que... ¡mil pelas!
La de maravillas que uno podía hacer con semejante cantidad de dinero, se sentía uno como un ludópata en Las Vegas con un maletín lleno de dinero.
El caso es que nos lo cambiaron por otro más pequeñito (Francisco Pizarro) para que nos fuéramos acostumbrando a que tener un billete de esos no era para tanto. Al final, nuestro buen amigo se convirtió en una moneda de euro con la cabeza del rey y un billete de 5 euros con una puerta y un puente, bueno, y un céntimo, que Pérez Galdós al cambio vale la miseria de 6,01 euros.
Al menos nos queda el consuelo de... espera... no, no nos queda consuelo alguno.